Mercedes-Benz 300 SL, la historia del hermoso “Alas de Gaviota”.
Los éxitos deportivos alcanzados por el W194 motivaron la creación del 300 SL, ejemplar conocido como Gullwing (Alas de Gaviota) por la espectacular apertura de sus puertas; esta es su historia.
Por Leonardo Pacheco
Cada vez que se realizan concursos de elegancia o se enumeran los automóviles clásicos más bellos del mundo, el nombre del Mercedes-Benz 300 SL es uno de los primeros en ser citados. Con justa razón a este modelo se le considera una de las más hermosas creaciones de la firma alemana, una obra de arte que nació para darle continuidad al legado que dejó el bólido W194, un recurrente ganador en las competencias de los años cincuenta.

Para el 300 SL todo comenzó en Estados Unidos, en la ciudad de New York para ser más precisos, cuando el importador de automóviles europeos Max Hoffman se contactó con algunos ejecutivos de Mercedes-Benz en Alemania para solicitarles una versión de calle del W194, una flecha plateada que dominó todas las carreras en las que tomó parte; por ejemplo ganó las 24 Horas de Le Mans en 1952.
La petición fue bien recibida en las altas esferas del constructor alemán, por lo que de inmediato se le solicitó al ingeniero en jefe Fritz Nallinger comenzar a desarrollar ese futuro modelo; por supuesto que se utilizó la base del W194 para dar con una idea factible de realizar.

Fue así como en 1954 el flamante Mercedes-Benz 300 SL se estrenó en sociedad, pero no en Alemania sino que en Estados Unidos, convirtiéndose de paso en el primer modelo de la marca en develarse fuera de su país natal.
En su nombre se lee la cilindrada del motor y la categoría a la que pertenece, 3,0 litros de desplazamiento y Sport Light (deportivo ligero), aunque el apodo de "Alas de Gaviota" es lo que más lo distingue e identifica. Las puertas tipo Gullwing se tomaron del ejemplar de competición, pero no fue una tarea sencilla utilizarlas en la variante de calle porque su peso hacía colapsar el marco central del techo… el talento de los ingenieros logró resolver ese problema.

Bajo esa espectacular carrocería se oculta un bastidor de tipo tubular, que como su nombre lo indica está construido con tubos soldados y reforzados debidamente, pero es importante aclarar que ese armazón no se extiende hasta el techo, sector que consistía en una cúpula de acero estampado de alta resistencia, con la firmeza necesaria para soportar el peso del marco central y de las citadas puertas alzables.
Ahondando en la parte técnica, el 300 SL está equipado con un motor de seis cilindros en línea de 3,0 litros y que produce 240 cv, bloque que a su vez está unido a una transmisión manual de cuatro velocidades; según datos de la época aceleraba de 0 a 100 km/h en nueve segundos y con el segundo desarrollo de la transmisión podía rodar a 120 km/h. Claramente era mucho más que una cara bonita, así que en poco tiempo se transformó en un objeto de deseo para los ricos y famosos.

El 300 SL “Alas de Gaviota” ofrecía un excelente andar, gracias a la suspensión independiente en ambos ejes y debido a su extraordinaria repartición de peso sobre la plataforma. Si bien fue creado para usarlo en las calles, este bólido no tardó en ser adoptado por los pilotos aficionados, ya que se requerían pocos ajustes mecánicos para extraerle hasta la última gota de performance.

Este ejemplar se mantuvo activo entre 1954 y 1957, año en el que se comenzó a ofrecer el 300 SL Roadster, un convertible igualmente hermoso pero –por razones obvias- carente del principal encanto del modelo original… de las puertas tipo Gullwing. Del “Alas de Gaviota” se fabricaron 1.400 unidades, por lo que es bastante escaso, registrándose el peak de ventas en 1955 (867 unidades).