Superdeportivos eléctricos, ¿Qué pasó con los japoneses?
En la actualidad la oferta de ejemplares deportivos es más abundante que nunca, bólidos provenientes de diversos orígenes y que merced a la electrificación nos entregan descomunales cifras de potencia y torque; desde 1.000 CV y 900 Nm hacia arriba. Pero ¿Qué pasó con los fabricantes japoneses?… tal parece que olvidaron sus aportes en esta categoría y ahora prefieren mantenerse a distancia.
Por Leonardo Pacheco
Japón es una tierra fértil en todos los ámbitos, es la cuna de una cultura milenaria y de los más notables avances tecnológicos, una nación que se ha levantado de entre las cenizas y los escombros, que como sabemos han sido estragos provocados tanto por la madre naturaleza como por la mano del hombre; y pese a todo ahí están… más fuertes que nunca.

Pero en el ámbito de los automóviles deportivos de alto performance, lo que de inmediato descarta a esos recordados aunque casi extintos ejemplares que brillaron en los 80 y 90, como por ejemplo los Toyota Supra y Celica, el Mitsubishi 3000 GT, el Nissan Skyline y el Honda NSX, por nombrar algunos, los constructores japoneses no le están siguiendo el ritmo a los ofertante europeos, e incluso se han quedado atrás frente a las propuestas de orígenes poco tradicionales como Croacia o España.
El concepto que define lo que en esencia es un automóvil deportivo de alta gama ha comenzado a cambiar, porque ya no se refiere al simple hecho de tener un diseño aerodinámico, lucir dos puertas u ostentar un motor relativamente poderoso… por sobre los 300 caballos. Eso quedó en el pasado.

Hoy en día se barajan términos como Supercars e Hypercars, que se refieren a una raza de automóviles bastante especial, una categoría aún en formación pero cuyos principales atributos son la exuberante potencia y el tren motriz electrificado; la energía voltaica ha trazado nuevas fronteras en lo que se refiere a generación de potencia, y torque por supuesto.

Ya tenemos claro que la electrificación cambió las reglas del juego, pero ahora es tiempo de pasar al tema central de este reportaje. Como ya lo mencionamos, algunos fabricantes de naciones poco versadas en el desarrollo de automóviles han adquirido protagonismo en el ámbito de los deportivos de alto estándar, como el Rimac C_Two que viene de Croacia o el Hispano Suiza Carmen que nació en España. Tal parece que la electricidad ha facilitado los procesos y puesto el alto performance al alcance de “todos”, o de una gran mayoría al menos.
Más funcionales que deportivos
Las marcas europeas están trabajando a full, en el desarrollo de bólidos capaces de incendiar el asfalto, desde las desconocidas hasta las más tradicionales… pero ¿Qué pasa con Japón? Será que a los nipones nos les interesa avanzar hacia esos erogues escalofriantes, quizás por un asunto idiosincrásico; puede que para ellos el valor esté en la eficiencia, más que en ese primitivo deseo de correr y vencer al que tenemos al lado.

En 2019 desde la tierra del sol naciente se anunció al súper deportivo eléctrico Aspark Owl, un bólido equipado con cuatro electromotores que en su conjunto producen 2.012 CV con los que es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 1,89 segundos. Y de ahí en más parece que Japón entró en hibernación… como Godzilla en el fondo del océano, esperando el momento propicio para emerger.

Mientras tanto, marcas como Bugatti, Lotus, McLaren, Lamborghini, Porsche, Maserati y Aston Martin, entre otras, trabajan a máxima velocidad en la creación de los ejemplares deportivos que veremos en el futuro. No tenemos novedades de lo que están haciendo Nissan, Toyota, Honda o Mazda, aunque todo indica que por el momento sus esfuerzos están orientados en resolver problemáticas mucho más importantes que batir récords en circuitos alemanes o producir un puñado de ejemplares que solo pueden adquirir los más adinerados; el pensamiento japonés está por sobre esas banalidades, pero aún no está dicha la última palabra.